AUTOCOMPASIÓN.

Le preguntaron un día: “Maestro, ¿Cuándo somos felices?”. Les respondió: “cuando dejamos de pensar en uno mismo, para pensar en si mismo”. Alguien, más alejado le dijo: “Si, ¿Pero no es lo mismo?". Él, se levanto y dijo: “Cuando me levanto y lo primero que veo son mis pies pienso en mi mismo, me centro en mis defectos y necesidades. Pero si me levanto y veo el horizonte observo el camino que debo andar”. Guardo un rato de silencio y continuó hablando: “No es lo mismo ver y recrearme en mis defectos, embriagarme de mi egoísmo, de mi persona; que observar a quienes están conmigo y disfrutar, avanzar y aprender con ellos. No hay peor soledad, que la autocompasión y la autoinculpación. Sabernos, -mejor dicho considerarnos- y tenernos como únicos sufridores. Estando en la autoflagelación continua de nuestras desgracias, nos impide ver las etapas y fases de nuestras vidas y por ello repetiremos las pautas, haciendo como el Tao que no crece y se en...