EL DISCIPULO, Y LA VASIJA.

 

El maestro pregunto a la asamblea:

- “¿Cuánto liquido cabe en un recipiente?”.

 

Después de un breve silencio:

“Los ceramistas dijeron depende de la porosidad del barro”

Los matemáticos dijeron:

“depende del volumen y su capacidad”.

Los sofistas, hablaron:

“dentro del contexto de la palabra, es ambiguo el planteamiento”.

El pueblo, en si mismo se cuestionaba si:

“depende de la vasija”, 

“¿de cuanto es la vasija?”,

“agua o aceite”,

“¿a ras del todo?” o “hasta que rebose”.

 Y así se estableció una polémica al respecto de la pregunta, todos debatían, menos el discípulo que observaba en silencio como todos acaloradamente planteaban desarrollos científicos.

 

El maestro, a su vez observaba la acción desde afuera a los que debatían acaloradamente, y observo el silencio de su discípulo.

Se dirigió a este último y le pregunto “Y tú, ¿Qué opinas?”.

El discípulo, se sonrojó y le contestó “es que no se, que es una vasija”.

 

 

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Eso es lo que nos suele ocurrir a lo largo de nuestras vidas o en algunas ocasiones, no sabemos lo que es parte de la pregunta y sin embargo nos lanzamos en seguida a dar soluciones, a defender teorías, retóricas y un largo, etc.
Nos perdemos entre las dudas y las preguntas, cuando la realidad es la que tenemos y se desarrolla ante nosotros.
Muchas veces, somos tan empecinados en nuestras respuestas, que muchas veces, no respetamos la opinión de los otros y muchas de las veces, ni las nuestras propias.
 
 

"En muchas de las ocasiones el silencio,

no demuestra falta de conocimiento,

sino intentar comprender el enunciado".

-del libro PENSARES parte III

autor ©Rafa’s-.