
En medio de todos estaba un joven llamado Javier, que le dijo:
- “Entonces, nuevo maestro: “el odio y la envidia ¿sería lo mismo?”.
El joven maestro, hizo un silencio lo miró a los ojos y le dijo:
- “Todo lo que nos haga daño, es peligroso y perjudicial para uno.
Tanto, si lo envidio porque no puedo alcanzar las mismas metas que
él obtiene. O como si lo odio, por que llegó a las metas que yo no
puedo alcanzar.
Y, siguió:
- La envidia y el odio, solo dependen de mi, de como gestione, transforme, vea y acepte mis frustraciones. Así como los logros de los otros.
- Solo, nuestros tristes dioses internos son los que matizan y agravan las situaciones diarias castigandonos una y otra vez.
Y, el joven maestro comprendió que debía comenzar andar sus propias vidas.
-del libro PENSARES II
Autor ©Rafa’s-
26/01/2024
(dedicado a mi amigo Javi)
Gracias por esta nueva entrada, y efectivamente buena relacion con "La casa de Bernarda Alba" de Lorca.
ResponderEliminarGracias por tú comentario
EliminarCreo que esos sentimientos tan negativos tan sólo se generan en corazones impuros. Aquellos puros de corazón sólo tienen sentimientos positivos. Por eso el maestro se aleja del discípulo.
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