EL DELANTAL

 

Ese trozo de tela, del que tengo los grandes y entrañables recuerdos de mi infancia y juventud, en familia.
 
Ese trozo de tela que se ponían mis abuelas desde la mañana hasta la noche, como un uniforme de amor diario y entrega incondicional.
Ese trozo de tela en donde enjuagaba y limpiaba nuestras lagrimas cuando nos caíamos; en donde nos quitaba nuestras lagañas por las mañanas después de ablandarlas con un poco de cuspe; en donde nos sonaba los mocos a mí, a mis hermanos, o a mis primos cuando estábamos mocosos; en donde se secaba las manos cuando se las lavaba antes de ponerse a cocinar.
Ese trozo de tela donde nos acurrucaba y nos daba el calor de su persona, mientras hablaba con las vecinas en el campo o con mis padres.
Ese trozo de tela que le colgaba y en donde se secaba el sudor cuando iba al campo y sudaba.
Ese trozo de tela que era intrínseco a sus personas y personalidades. Y, tan multiusos como ellas mismas.
 
Siempre pensé que sería el mismo trapo, el que yo tenía en mi mente, siempre le veía el mismo modelo y siempre en su figura colgado, pensar en mis abuelas era pensar en ese trozo de trapo, en ese delantal.
 
Con el tiempo descubrí, que en la cómoda del comedor había un cajón lleno de delantales todos del mismo modelo y color, en perfecto orden, alineados y a la espera de poder salir, para auxiliarnos y acomodarse en nuestros recuerdos.
 
Y, ahora veo a las madres que ya ni lo usan para cocinar.
 
 
 

 

(Dedicado a mis abuelas “TIA” y “RAFAELA”)

 

 

 

 

 

-del trabajo RECUERDOS

Autor ©Rafa’s-

 02/02/2024