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De pronto el discípulo preguntó:
-         Maestro, ¿Cómo es la vida?
El maestro le dijo:
-         Baja al pueblo y pregunta.
 
El discípulo tomó el sendero que creía era el del pueblo y mientras caminaba un camino rocoso serpenteaba a sus pies, lleno de zarzas. Cada vez el camino se estrechaba más y más, llegando las espinas de las zarzas a rasgar sus ropas y clavársele en la piel.
 
El discípulo, siguiendo el encargo del maestro siguió en su camino hacia el pueblo, cada vez con más dificultades y más temeroso de no poder continuar con el encargo.
 
De repente el paisaje cambió y el estrecho camino lo llevó a una playa de blanca arena, donde solo se sentía el rumor de las olas al batir en la orilla, el horizonte claro, los rayos del sol recreándose entre el agua y la arena. Absorto con el paisaje se derrumbó en la arena y acarició el inmenso manto que se abría ante él, deleitándose de la grandeza de la mágica alfombra que ahora que se tendía a sus pies y de la tranquilidad que sentía siendo acariciado con esa visión.
 
Al atardecer, regresó a la cueva el maestro al verlo absorto, le preguntó:
-         Y, ¿Cómo es la vida?.
El discípulo, le contesto:
-         Solo depende de como se haga el viaje.
 
Y, sentándose en el tapiz del suelo se dejó envolver por la penumbra de la cueva en sus meditaciones.
 
 
-Dedicado a mi hermana Puri-.

 
 
-del libro PENSARES II
Autor ©Rafa’s-
24/09/2025


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