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En la fría mañana, se despertó el discípulo con la tranquilidad que vivía con su mentor, mientras que alejado el maestro descansaba. Él se levantó con sigilo y preparó el té que le había enseñado, con la taza entre sus manos y apurando cada sorbo degustaba el amargo sabor que le proporcionaba, mientras el sol comenzaba a rayar en el horizonte.
 
Ésta vez, no se había quedado dormido y estaba atento al despunte del día, atento en los colores que desplegaba.
Atento a los coloridos que le proporcionaba la naturaleza, estaba absorto.
 
Posó con suavidad la taza del té, se puso en posición de meditar y su mente se quedo en blanco.
La nada lo envolvió, mientras su espíritu agradecía a la naturaleza el nuevo día, la nueva oportunidad y sobre todo la belleza que le embriagaba, haciendo más entrañable y personal el momento.
Todo era la nada, y un poco de la nada lo era todo en ese momento. El todo y la nada, las antitesis encontradas en un mismo punto y momento; la grandeza con la sencillez, la oscuridad y la luz.
 
Y, en ese momento, una grulla le pasó por delante casi rozándole en su vuelo. Y notó como el aleteo lo envolvía con la misma suavidad que una madre arropa a su hijo; el ave dio una vuelta y elevo su vuelo hacia el sol, limpio, majestuoso y sencillo.
 
Y, el cuerpo del maestro quedo frío en la cueva donde vivía, larga le fue la vida y angosto su camino, las zapatillas a un lado apuntaban a la salida, siempre dispuesto a comenzar un nuevo camino, un nuevo aprendizaje y la misma actitud.
 
El sol rayaba la morada, y el alumno entendió que ya no volvería a ser alumno, y que esas zapatillas deberían de calzarlas, para comenzar su nueva andadura y nuevo caminar.
 
 
 
 
 
 -del libro PENSARES, parte II
Autor ©Rafa’s-


Comentarios

  1. Gracias por compartir este relato, la vida es un comienzo y un aprendizaje constante.

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  2. Dulce final el del maestro, pero la vida debe continuar y la siguiente generación debe tomar posición para continuar viaje.

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  3. Sería ideal despertar cada mañana de esa manera. Observando, sintiendo, agradeciendo....

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    1. Si, y lo bueno es que solo depende de nosotros mismo.

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